Vivían en la antigua ciudad de Aflcar dos eruditos que odiaban y despreciaban cada uno el saber del
otro: Porque uno de ellos negaba que los dioses existieran, y el otro era creyente.
Un día ambos se encontraron en el mercado, y en medio de sus partidarios empezaron a discutir
acerca de la existencia o de la no existencia de los dioses. Y separáronse tras horas de acalorada
disputa.
Aquella noche, el incrédulo fue al templo y se postró ante el altar, y pidió a los dioses que le
perdonaran su antigua impiedad.
Y a la misma hora, el otro erudito, el que había defendido la existencia de los dioses, quemó todos
sus libros sagrados, pues se había convertido en incrédulo.
Después de desafiar a tantos eruditos de Dios y haciendo que varios quemen sus escrituras, ahora termine tirando mis odios y llendo a pedir disculpas al mío, aunque me cueste decirlo.
lo malo es que no se si me rendí.