(Un país de maravillas - 83)
-Solo eres una chiquita, cariño. Es algo perfectamente evidente. Hablas con sentido, pero eres inocente.
- Yo no soy inocente-protestó Alicia.
el hoyuelo de J.D. apareció en su mejilla izquierda. El le ofreció la aparición fantasmal de su gran sonrisa radiante.
-Está bien-dijo él-. A mí no me parece mal.
-Pero no lo soy.
-Alicia, Alicia -dijo él-. No hace falta que me mientas.
-No te miento -dijo ella. Su voz se había convertido en un susurro. Había algo en su expresión que él no había visto antes...
-Ya he dado muchas vueltas, nena. Reconozco una virgen cuando la veo.
Tú y yo. Y yo y tú - dijo J.D.-. Llegados a este punto me siento obligado, de un modo estrictamente informativo, a poner en tu conocimiento que te encuentro atractiva. Asi que lo que estoy haciendo, creo yo, Alicia, es lo correcto. Te estoy previniendo. Guapa, esto es un aviso. Baja del árbol y vuelve a casa. Porque una vez cruces la línea, hermanita, no podrás volver atrás.
Corre, Alicia, Corre
(La sonrisa de ligón - 113)
-¿Diga?- Repitió. Oyó una respiración al otro lado de la línea-. Sé que eres tú –dijo Alicia. Escuchó cómo el respiraba.
Alicia hizo lo mismo. Ambos respiraron juntos, un duelo de suspiros.
-Lo siento – susurró Alicia-. Siento mucho haber mentido.
Silencio. Un momento después la línea se cortó.
Corre, Alicia, Corre
(Alicia en
Ya era casi de noche en ese día de septiembre cuando Alicia se levantó del sillón, se duchó y se vistió. (…) Alicia sostuvo el anillo e J.D. en sus manos abombadas. La pequeña mujer de plata era brillante e irrompible. Alicia llevó el anillo a su cuarto de baño colocándolo sobre el lavamanos. Arrancó too el papel que había pegado en el espejo del armarito de las medicinas. (…) Alicia se enfrentó a sí misma, a su rostro cansino, enfermizo y demacrado. Se puso el anillo. No sucedió nada. Alicia no se sentía diferente. Pero en el espejo su mano empezó a cambiar. Se hizo mas esbelta, femenina y capaz.
Una mano que no era propiamente de Alicia abrió la puerta del armario de medicinas. Tocó cosas que no eran reales. Su mano tomó contacto con la hoja de las tijeras, durasç, afilada y puntiaguda como la figurita de plata. Esta muchacha las saco del estante.
Corre, Alicia, Corre
(Una mujer visible – 275 & 276)
deje que me conocieras, no me di tus propositos, ahora, ¿comó te alejo de mí? eres solo un amigo pero te atribuyes la fuerza de un padre, de un novio, de un amante. Olvídalo, solo quiero que sepas que nunca sere tu Alicia, tu niña inocente a corromper. te negare todo si sigues asi, aléjate, publicamente te dejo mi respuesta.
que seas feliz Alejo.
marTiita*
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